8/29/2011

De aventura en Segovia...

Despertar con el teléfono no es precisamente mi forma preferida de abrir los ojos. Sin embargo, cuando me llaman para que esté lista en una hora porque vamos de viaje, me encanta! 

Era mi segunda vez en Segovia, y yo feliz por volver allí. Tardamos más del tiempo establecido en llegar, todo por el GPS loco que nos llevó de un lado a otro, pero bueno, que llegamos allí con la intención de pasar primero a la Alameda de la Fuencisla donde está ubicado además el Monasterio de los Carmelitas Descalzos. Pero, detalle muy importante, no recordábamos el nombre de la Alameda, ni cómo llegar. Así que preguntamos a un policía, quien, luego de adivinar dónde queríamos ir, nos escoltó hasta allí. Sí, un policía delante y otro detrás, una forma muy diplomática de entrar a una ciudad. 

Ya en la Fuencisla nos recibió el P. Juan Luis, quién con toda la alegría y naturalidad del mundo nos dio un tour por todo el Monasterio, que yo llamaría más bien "la joya oculta" de la ciudad. Fue construído por S. Juan de la Cruz hace unos siglos (no recuerdo la fecha exacta) y donde están los restos, o más bien parte de los restos del fundador del lugar. Desde el magnífico patio, que es nada más y nada menos que un cerro alto, se pueden apreciar las más hermosas vistas de la ciudad. A lo lejos (o no tan lejos en realidad) se alza el Alcázar imponente, que según dicen, fue la inspiración para uno de los castillo de Walt Disney. 

Lo que más me gustó, y recuerdo con cierta nostalgia, fue la huerta del monasterio. Entre tomates, pimientos, calabazas, sandías y otras frutas el tiempo pareció huir dejando sólo la huella de los recuerdos. Me encantó probar los higos frescos, las ciruelas recién arrancadas del árbol, ver el avellano, cómo crecen las nueces...

Ya casi a media tarde, decidimos, casi a modo relámpago, iniciar el recorrido formal por la ciudad. Como el interés principal eran el Acueducto y visitar los jardines de La Granja, lo hicimos bastante rápido. Pero bueno, hay cosas que nunca dejan de sorprender, y así estaba yo viendo el acueducto bajo el sol de la tarde preguntándome sobre aquella maravilla de la ingeniería romana. 

Al final, llegamos a la Granja, sólo para dar un divertido paseo entre los jardines que siempre me han dado la impresión de tener algún encantamiento, pero bueno, eso así es mi mente de "imaginativa". Además recuerdo que la primera vez que estuve allí casi me deja el autobús por haberme entretenido frente a la Fuente de los Baños de Diana. 

Y así, frente a los portales del Real Palacio de La Granja de San Ildefonso, decíamos adiós a un día maravilloso, a una ciudad hermosa y a un viaje inesperado, que resultó ser toda una experiencia!

2 comments:

Laura E. said...

A ver si haces unos cuantos viajes más y nos sigues contando :P

Leyla said...

Lala! Believe me: viajar es siempre un placer para mi ejejejej y contarlo ni se diga!

Beso grande