Un cuento de becas, bancos, valor y aprendizaje...

Ataviada con mi disfraz de personal de banca, que es más un conjunto de actitudes que una moda rutinaria (usually called uniform), me dispongo a empezar el día con mi siempre positivismo cartiano y un té rojo que se ha vuelto mi tradición mañanera para calentar el alma y reavivar el espíritu (vale, también ha ayudado que leí en algún lugar que sirve para quemar las grasas). 

A las 9.30 de la mañana, sin haber probado aun el café con leche y bollos que precede al té, ya tenía en mi cabeza más información que los archivos de todo el Banco de España. Fórmulas de Excel, inversión gestionable, valor en monex...un sinnúmero de títulos que resumen los movimientos financieros de tan ilustre entidad. Y es que ahora me toca realizar un tanto más complicadas que hornear un buen pie de limón, y que, no careciendo de importancia, realmente se resumen a la entrada de un conjunto de datos, para que mi querido Excel (que ya le he tomado mucho cariño) se encargue de calcular y graficar la información que posteriormente discutirán los directores en uno de esos comités donde, a pesar de todo, las desiciones más importantes se toman en torno a un buen banquete. 
Pero empecemos desde el principio (a very good place to start). Como entenderán, el año pasado me inscribí en un máster en marketing, entre otras cosas, por asuntos migratorios que ya conocemos de sobra. Así que al terminar la beca en David Ruiz Hoteles (entiendo que no debería decir el nombre de la cía), empecé a buscar...y terminé en un banco. Y es así como, por terminar mis practicas en hoteles e inscribirme en un máster en marketing entré al mundo financiero. Sí que da vueltas el mundo no?
Lo que he comprobado con todo esto, es que a veces está bien no saber qué hacer. Lo importante es estar siempre dispuesto a esforzarse por cumplir las metas propuestas y aventurarse un poco, a fin de cuentas a veces uno no sabe dónde va a terminar...y cuando descubres que eres capaz de hacer cosas de las que no te creías capaz, pues eso es casi como el instante mágico que describe Paulo Coelho...y como el mismo dice: "La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista".