Era una hermosa tarde en Santo Domingo (sí, de esas en las que nosotros, los pobres peatones, no queremos sentarnos en la ventana izquierda del carro público porque ahí es que da todo el sol). En mi reloj, o mejor dicho mi celular (pq no tengo reloj) daban las cuatro de la tarde y yo, en pleno disfrute de lo que suelo llamar "un día playero" me dirigía a mi humilde morada, que no está precisamente cerca de una playa, después de una ardua jornada de trabajo (es increíble lo que uno puede cansarse ordenando libros.......sin mencionar los pases de polvo).

Para que vean lo que es el dominicano: mi papá me había prometido guardarme un poco del locrio que mi madre apenas acababa de preparar, yo entonces, iba en camino haciendo mente en el manjar que estaba por disfrutar.
Me desmonto del carro público. Tardo un ratico porque me encontraba en la ventana izquierda. Como siempre, una persona se queda esperando que el carro siga la ruta, cuando, en realidad, no hay más ruta........Cruzo la calle, me recuerdo del locrio, decido comprar RD$10.00 de mi guarnición favorita: guineo. Y es que, honestamente, el guineo pega con cualquier comida......

Después de un minuto de espera, logro cruzar la Kennedy. Me resulta incómodo darme cuenta de que para poder terminar de cruzar tengo que pasar por "la calle en vía de construcción".

Cruzo. Dada la gran cantidad de tierra adherida a mi zapato, cualquiera diría que vengo de la selva amazónica.......Sigo caminando, esta vez preocupada porque los guineos están aplastando mi trabajo de economía.....

De repente, se acerca. Siento su mirada sobre mí, escucho su voz: "Adios Paulina Rubio!!!"

Salgo de mi trance/risa histérica. Pero es cierto que uno tiene que aguantar cosas en la calle, de verdad, imagínense: dizque Paulina Rubio, en la calle, a pie con los zapatos sucios, llevando un bulto lleno de papeles y guineo???.................. Absurdo? Yo creo que sí............lo grande es que era simplemente yo.......con mi risa, mi hambre y mis guineos.............